Ötzi, el hombre de hielo, es uno de los hallazgos más fascinantes de la historia de la arqueología micológica. Su descubrimiento en los Alpes, donde se conservó durante más de 5.300 años, ha permitido a los investigadores de todo el mundo profundizar en el conocimiento de la vida de los europeos del Calcolítico.
Este tesoro histórico es la momia humana natural más antigua de Europa, y su estudio ha revelado detalles sorprendentes sobre su vida. Ötzi medía alrededor de 1 m y 59 cm de altura, tenía alrededor de 46 años y pesaba unos 50 kg. A pesar de que padecía artritis en sus articulaciones y parásitos intestinales, el hombre de hielo tenía una fortaleza y resistencia admirables.
Los investigadores han teorizado que Ötzi pudo haber sido un druida, debido a los misteriosos tatuajes que cubrían su espalda, que algunos consideran un mapa de las estrellas que le servía para orientarse en sus viajes. Esta teoría sigue siendo objeto de debate, pero lo que es indudable es que la vida del hombre de hielo estuvo acompañada por un profundo conocimiento del reino vegetal y del reino fungi.
Ötzi llevaba consigo una variedad de hongos en su zurrón, como el Piptoporus betulinus, que se utilizaba para afilar navajas, hachas y cuchillos, además de sus conocidas propiedades antisépticas. Este hongo era una herramienta indispensable para el hombre de hielo, que lo portaba con fines médicos.
También llevaba consigo otro hongo, Fomes fomentarius, conocido como hongo yesquero, utilizado para transportar la brasa de la hoguera a través de largas distancias y así no tener que comenzarla desde cero. Los antiguos lo dejaban secar, gracias a su consistencia leñosa ha servido como materia prima para teas y elementos de encendido, por sus propiedades inflamables.
Por último, se encontró un tercer hongo, Ganoderma lipsiensis (en la actualidad Polyporus lipsiensis (Batsch) E.H.L. Krause 1928), que se conoce por sus múltiples propiedades antioxidantes, inmunomoduladoras e hipotensoras, aunque no está claro cuál era el uso específico que le daba nuestro hombre de hielo.
En resumen, Ötzi, el hombre de hielo, es un tesoro invaluable para la paleontología micológica, que ha proporcionado una ventana a la vida de los europeos del Calcolítico. Su legado incluye no solo una gran cantidad de información sobre su vida y sus costumbres, sino también una riqueza de conocimientos sobre los hongos y las plantas que lo acompañaron en su viaje.